La mayoría de nosotros, a la hora de hacer una fotografía, siempre quiere que salga a color, que se distingan los objetos y poder decir de qué color es cada cosa.
Sin embargo, las cámaras fotográficas ofrecen dos tipos más de sacar fotografías, las fotografías en color sepia y las fotografías en blanco y negro.
Cuando vemos una fotografía en blanco y negro pensamos que ha sido sacada hace bastante tiempo, cuando en realidad puede ser de hace unos días, y es que no estamos acostumbrados.
Pero la fotografía en blanco y negro consigue algo que, en color, se pierde, y es captar la atención del espectador en aquello que hemos querido inmortalizar. Por ejemplo, si fotografiamos a una niña sonriendo, los dientes aparecerán blancos en la fotografía mientras que su cara y cuerpo pueden tener tonalidades de gris.
De este modo captamos la atención en la niña que es lo que queríamos hacer, no en lo que pueda haber detrás de ella o lo que pueda llevar puesto en ese momento.
