Las casas inteligentes no lo son tanto

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Dos son los gigantes tecnológicos que se disputan el liderazgo del software que se utilizará para hacer que los hogares se vuelvan más ingeniosos. Google y Apple están realizando ilimitados esfuerzos por ganarse las patentes que permitan por ejemplo, activar el lavaplatos con solo mencionarlo. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, ya que la interconexión entre las plataformas de activación y los sistemas que actualmente usan la mayoría de los electrodomésticos no han encontrado el punto exacto de unión, por lo que ambas compañías se han dado a la tarea de comprar algunas de las empresas que innovan en el mundo de la tecnología doméstica.

Una de las cuestiones más urgentes a resolver son los posibles riesgos que implica el accionar dispositivos en los hogares, pues sin duda se trata de aplicaciones mecánicas que no requerirán la vigilancia constante del ser humano.

Por ejemplo, la mayoría de las funciones son recibidas a través de una señal inalámbrica, por lo que es inaplazable garantizar una cobertura total y a prueba de errores y, en dado caso que se presente una falla que interrumpa la señal, es necesario encontrar la solución emergente. Pongamos un caso: si al meter nuestro auto a la cochera, la instrucción de abrir las puertas se interrumpe, éstas podrían cerrarse de manera abrupta y causar algún daño a nuestro coche e incluso, a nosotros mismos.

El dilema también radica en la creación de sistemas que puedan diferenciar a todos los habitantes de la casa, puesto que hay funciones que solo deberán ser permitidas para unos y prohibidas para otros. De este modo, tener una casa completamente inteligente tardará algunos años todavía, ya que el sistema deberá “blindar” el hogar para que no pueda ser atacada por hackers que puedan disponer fácilmente de esa casa.

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